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EI estruendos chirriante de la persiana cerrando el mercado estival provocó escalofríos en el Espanyol el jueves. Reventó los tímpanos periquitos y condujo al tormento de meditar qué harán hasta enero con De Tomás, que no ha acabado su ansiado plan de fuga al Rayo. Entre tanto jaleo, se coló Braithwaite prácticamente sin que absolutamente nadie se percatase, de puntillas. Es buen fichaje. En frente de la inquietud, el danés encendió la mecha de la ilusión con un gol de ventajista que dio la victoria al Espanyol en San Mamés. Puso fin a una sequía de diez partidos sin ganar, prácticamente 5 meses. No lo hacía a domicilio desde 2021, el último día de ese año, frente al Valencia. En verdad, en Primera División, de sus últimos 29 compromisos fuera de casa solo, se había impuesto en uno.
En la anterior, Carlo Ancelotti afirmó, como en la tómbola, que en el centro del campo tenía de todo: “Energía, calidad, inteligencia, posicionamiento…”, contó el italiano, que al final del mercado padeció la inquietante pérdida de Casemiro. En Cornellà, hace una semana, al Espanyol le ganó (1-4) soltando los caballos de Camavinga y Rodrygo. Este sábado, con el sol cayendo a plomo en la sopera del Bernabéu, recurrió a falta de una hora a Valverde (suplente por vez primera este curso) y dos minutos tardó el uruguayo en hilvanar con Rodrygo el 2-1.

Tercera derrota en 4 jornadas del Sevilla FC. Un punto de 12 para los de Lopetegui, nuevamente retratados en las áreas por un Barcelona (0-3) que empezó indeciso, gracias al buen hacer en el achique de los andaluces, mas que asestó dos golpes mortales ya antes del reposo, primero a la contra y después sorprendiendo con un pase frontal, de los que ya no se levantó su anfitrión.

Terminó el Atleti sobre la portería de un Remiro al que se le multiplicaron las manos. Capaz de pararlo todo entre una avalancha de rojiblancos agobiados en el 1-1. Lo único que se le escapó fue ese balón de Correa, mas tal y como si no: el árbitro rehusó dar ley de el beneficio, la carencia de Merino sobre Grizi al comienzo de la jugada. Un árbitro cuyas resoluciones volaron de regreso a Madrid centrifugando en la cabeza del Cholo (lo que es mano en un gol en el próximo ya no) como ese canto, Ole, ole, ole, Sadiq, Sadiq, que estrenó un Anoeta que siempre y en toda circunstancia se atraganta.