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Nada cuenta en Vallecas más que el sentimiento. Ni años en Primera, ni jugadores millonarios, ni muchísimo menos títulos. Y la noche del viernes 14 de octubre se fue en explicarlo; único y más esencial punto del día. Un Rayo Vallecano-Getafe no es un partido más. Y menos una vez que Quique Sánchez Flores, en público, asegurara que, por números, su Geta era el tercer equipo de Madrid.

Empate a dos entre el Cádiz CF y el RCD Espanyol en el estadio Nuevo Mirandilla en un partido furioso en el que se adelantó el cuadro gaditano con un gol de Chust en la primera parte, en la segunda vuelta Joselu le daba la vuelta al choque con dos tantos y en el tramo final Lucas Pérez igualaba la batalla.

Absolutamente nadie puede asegurar que con más delanteros se remate más a portería, tampoco que amontonar defensas mejore tu contundencia –como quedó probado en la era Sergio–, mas sí que con menos centrocampistas se pierde el control y la posesión del balón. Y Pacheta, en la versión más atrevida y a tumba abierta que se le recuerda, optó por volcar balones al área a fin de que sus delanteros en campo (3 más Narváez) buscasen el espacio, reducido espacio, para apresar algún balón. No lo hicieron, y el empate hizo más feliz al Betis que a un Pucela tan agobiado como roto en el centro del campo.
No estaba Benzema, y Vinicius y Rodrygo sirvieron otra noche de agitación en ataque, si bien sin demasiada puntería. 19 tiros para un gol, un cabezazo de Militão en un córner. Ancelotti deseó quitar relevancia a otro partido sin filo, tras los 36 disparos para dos tantos al Shakhtar el miércoles en la Champions: “Nos ha faltado acierto, mas en esta etapa de la época no pasa nada”, afirmó.