Domingo de resaca entre Valladolid y Betis (0-0)

Absolutamente nadie puede asegurar que con más delanteros se remate más a portería, tampoco que amontonar defensas mejore tu contundencia –como quedó probado en la era Sergio–, mas sí que con menos centrocampistas se pierde el control y la posesión del balón. Y Pacheta, en la versión más atrevida y a tumba abierta que se le recuerda, optó por volcar balones al área a fin de que sus delanteros en campo (3 más Narváez) buscasen el espacio, reducido espacio, para apresar algún balón. No lo hicieron, y el empate hizo más feliz al Betis que a un Pucela tan agobiado como roto en el centro del campo.
La esencia del futbol, asimismo lo que lo transforma en imán de masas, es que los guiones no están escritos por adelantado y lo que minutos ya antes del inicio muchos hubiesen firmado a ojos cerrados, hora y media después absolutamente nadie lo dio por válido. En vista de esto, el punto sabe a bien poco. Con un Betis entregado a lo largo de prácticamente una hora por expulsión de su central titular, el Real Valladolid terminó estrellándose contra su desacierto frente a la portería contraria.

El punto no saca de pobre a los blanquivioletas y calma a los verdiblancos, que se sostienen quintos en la tabla como opción alternativa a los grandes de la Liga.

El partido solicitaba intensidad a fin de que aflorase cuanto antes el cansancio amontonado por los béticos -8 jugadores repitieron titularidad de los once que propuso Pellegrini en la ciudad de Roma el pasado jueves-, y en esa plan de actuación se movió el Real Valladolid en el primer cuarto de hora. Pacheta recobró a Joaquín y volvió a confiar en Escudero en el mismo once de vértigo que sacó los puntos en Getafe -solo el obLigado cambio por lesión de Iván Sánchez por Plata-, mas esta vez el contrincante no estaba por la tarea.

En ese otro partido que resolvía con su estado físico y mental, el Betis escogió proponer un partido plomizo. Espeso. Trabado hasta localizar una vía por la que llegar hasta Borja Iglesias. No le persuadía un intercambio de golpes, así que optó por dejarse estimar y fiarlo todo al talento que acumula de medio campo cara arriba (sin Fekir, todo el peso recaía en el propio 'Panda' o Canales.

Una apuesta de peligro que bien le pudo sonreír a los dieciocho segundos de juego si Borja Iglesias hubiese hecho lo más simple, disparar entre los 3 palos, tras sortear lo más bastante difícil, torear a Joaquín y quedarse codo con codo con Masip. Fue un aviso y prácticamente un espejismo de lo que los verdiblancos iban a plantear en Zorrilla. Deseó ganar terreno el equipo de Pellegrini en el ecuador del primer acto, mas el partido atropelló su vagancia en uno de los avances con mayor pretensión de los blanquivioletas.

Un balón a la espalda de la defensa que gana Óscar Plano como interior, cuya habilidad obLiga a Pezzella a derruirle cuando se enfrentaba a solas la meta de Rui Silva. Del Cerro apunta en primera instancia mano de Plano y el VAR, al quite esta vez, desdice al agremiado. Tarjeta roja y 55 minutos por delante del Betis con un jugador menos.

Puerta grande abierta, por ende, a la espera de que el Pucela lo aprovechase. La contestación del ingeniero Pellegrini, lógica, privó a los visitantes del desenfado y habilidad de uno de sus artistas más capaces, Rodri, para dar entrada a otro central, Edgar, y no romper el equilibrio.

Los próximos diecisiete minutos, los que le apartaban del reposo, dejaron al Betis con vida, gracias en una buena parte al paradón de Rui Silva a cabezazo de Sergio León en la acción más peligrosa hasta ese momento -tras centro preciso de Escudero-. Primer aviso, bastante difícil explicar que no acabase en gol. Prácticamente tanto como el contragolpe que levantó a todos y cada uno de los apasionados de sus asientos, en una acción de forma perfecta lanzada por Plano a Sergio León y que este, tras internarse en el área, desaprovecha por carencia de comprensión con Kike. El manchego, como buen zurdo, se fue al centro a aguardar el pase mientras que el balón se paseaba por la línea de gol. Segundo aviso.

Con el Pucela ganando metros hasta arrinconar por instantes al Betis, le llegó el turno a Pacheta, que ya al reposo había dado órdenes precisas de prodigarse considerablemente más en los disparos desde fuera del área. Contrario este año a jugar con dos delanteros para no quitar efectivos al centro del campo, el técnico redobló la apuesta ofensiva con Weissman cerca de Sergio León, Narváez en banda derecha y Monchu por un Roque Mesa agotado mental y físicamente.

Para entonces ya solo quedaban veinte minutos de los 55 en superioridad, y se había tragado saliva suficiente en un codo con codo de Canales que Masip, nuevamente en modo salvador, sacó abajo bien posicionado.

No obstante, y a pesar de lo que se antojaba en un primer instante un cambio natural, el movimiento se tornó efecto boomerang y lo que era un partido controlado mutó a ruleta rusa, donde la pérdida del centro del campo dejó una puerta entreabierta a un Betis que, por entonces, deambulaba sin rumbo por el campo. Peligro en esencia que se iba a multiplicar exponencialmente a diez minutos del final. Si de algo no se le puede acusar a Pacheta es de falta de osadía y apuesta por un futbol directo, y el órdago que tenía preparado no hizo sino más bien confirmarlo.

Ni corto ni perezoso, el de Salas miró a su espalda y decidió elevar la apuesta sin pensárselo un par de veces con 4 delanteros en el campo (Sergio León, Weissman, Guardiola y Narváez) y las dos bandas para Fresneda y Escudero. Más de uno se frotaba los ojos en la grada frente a un órdago que iba a terminar en farol por la carencia de pegada y presencia de los 4 puntas.

El dibujo, ya deslavado, agregó confusión y halló más estrellato en las bandas, con un Escudero inspirado en sus centros al área pequeña, que delante de la portería, donde los rematadores zozobraron en su intento de apresar cuando menos un balón. Dos pescó Guardiola, una con el pie y la otra con la testa, y ninguna halló la red.

TiroAlpalo