Fútbol

La debacle europea regía la atmosfera en el Metropolitano. La herida prosigue abierta. En la afición y en el propio equipo. El partido llegaba con aires de referendo. Hasta para el Cholo Simeone. Mas el Metropolitano no suelta a su adiestrador ni aún cuando el precipicio asoma. En los anuncios de las alineaciones por megafonía, el argentino fue el más ovacionado al paso que al salir de sus alumnos se escuchaba algún silbido. Asimismo la Grada de Animación, que cumplió su promesa y dejó huérfano el fondo sur a lo largo de la primera parte.

Betis y Sevilla empataron (1-1) tras un choque apasionado y sin brillo. 3 expulsiones, 8 tarjetas amarillas y un justo reparto de puntos. Édgar y Gudelj resaltaron en sus respectivos equipos. El partido arrancó intenso, exuberante y duro. Los futbolistas marcaban su territorio. El agremiado Sánchez Martínez dejaba jugar. Un ritmo jazzístico, una armonía imprevisible. El Sevilla en construcción, el Betis con su arquitectura famosa, la inquietud de Jorge Sampaoli y la flema de Manuel Pellegrini.

La línea estaba marcada, el trabajo del Real Sporting de Gijón venía siendo positivo en las últimas semanas, exactamente en las que el calendario era más exigente, mas los resultados no acababan de llegar. Esta visita a La Rosaleda parecía una ocasión favorece, midiéndose al colista de la clasificación, un equipo en inconvenientes. No obstante, dos versiones bien diferentes del Sporting entre la primera y la segunda mitad, dieron con un resultado de empate tan desilusionante como deficiente para los de Abelardo Fernández.