Piqué se despide de su Barça con una victoria que le pone líder (2-0) | VIDEO-RESUMEN + GOLES

Gerard Piqué se despidió el Camp Nou dejando al equipo líder tras un partido en el que los azulgrana salieron envueltos en un entorno extraño, una mezcla de añoranza futura y ganas de fiesta: aroma a despedida de las grandes. El último partido del '3' ante su gente destilaba todo eso, mas ya antes había que ganar al Almería por el hecho de que LaLiga no da tregua. Y el Barça va muy de verdad a por el título.

Lo comprendió el equipo desde el primer minuto, moviendo el balón con criterio, aportando la velocidad justa en todos y cada acción, con un Ferran Torres que, a los diez minutos, había hecho de todo: centrado, probado el disparo, visto la amarilla por un encontronazo con el meta andaluz y, sobre todo, el cabezazo del penalti de Kaiky.

Debió comprobarlo González Fuertes en el VAR no se sabe precisamente por qué. Era muy claro. Piqué le afirmó a Lewandowski que los homenajes, al final. Robert sujetó el balón, perplejo, y, tras 'paradinha' incluída, mandó el balón a la base del palo y fuera. Primera gran ocasión desaprovechada. Lo procuraba el Barça, paciente, obtuso en los córners, tan útiles como una estufa en el desierto. Faltaba algo de precisión, mas el balón solo tenía un dueño y Ter Stegen observaba con binoculares todo cuanto ocurría a mucha distancia. Todo señalaba que el gol, tarde que temprano, llegaría. Pedri recibió un balón en el área de Dembélé, mas vaciló entre delimitar o pasar y ahí se terminó la jugada.

Toda vez que el Barça no concretaba, el Almería ganaba una pequeña batalla a la espera de su ocasión. La tuvo Ramazani, solo ante Ter Stegen, tras un pase terrible de De Jong en el centro del campo. Salvó el alemán el gol de los de Rubi. Una jugada apartada es eso y solamente.

Mientras que, Ferran Torres proseguía estando en todas y cada una, centrando y rematando. A la espera de que Lewandowski olvidase su fallo. Con Dembélé viviendo de lejos y Pedri activando al equipo con microdosis de talento. Balde y Alba se sumaban arriba, mas nada era suficiente. Cada vez costaba más. Tener el balón no lo es todo, si bien sea mucho. La mejor prueba fue lo que falló Dembélé, un balón a puerta vacía que obsequió de cabeza a Fernando tras una cesión de Ferran, a quien Lewy había dejado solo en el área. Ininteligible. Tampoco acertó el propio Ferran frente al meta poco después. Ni Pedri de cabeza. Ni De Jong a la contra. Ni Balde desde lejos. El Barça se había puesto el traje de misericordioso y no le queda bien.

Lo dejó en el vestuario, entre la ropa sucia, y salió a ganar. Dembélé recibió un balón en la banda derecha, un balón larguísimo de Busquets, se fue cara dentro y, tras pisar área, definió ceñido al palo. Gol. Tan fácil y tan complicado a la vez. Ousmane, ese hombre impenetrable, pudo cerrar el partido a los pocos minutos: recibió, controló, regateó al portero, dejó en el suelo a su defensor y terminó siendo tan barroco que disculpó. Tan complicado y tan fácil a la vez. Salió Ansu y la primera cosa que tocó lo transformó en gol. No literalmente por el hecho de que su remate lo paró Fernando y el rebote lo encañonó De Jong a puerta. Ahí estuvo la victoria y el liderato. La presión para el Real Madrid.

A falta de 6 minutos, Xavi ordenó que el Camp Nou se pusiese en pie para vitorear a Piqué, para aplaudirle y agradecerle por una trayectoria inigualable. Salió el '3', entró Christensen. El balón prosiguió rodando y mañana va a salir el sol, mas no relucirá tanto.

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