Argentina, camino despejado hacia la final (2-2) | VIDEO-RESUMEN + GOLES

No hay gloria sin sufrimiento: bien lo sabe Argentina, clasificada para las semifinales del Mundial de la manera más agónica posible, padeciendo doblemente frente a los Países Bajos, primero en un vibrante final de partido y después en una tanda protagonizada por su portero, capaz de detener los dos primeros lanzamientos neerlandeses. Héroe inopinado, el 'Dibu' Martínez mantuvo a su selección.
Un grito de alegría y alivio recorrió las gradas del estadio Lusail a la una de la madrugada de Doha: festejaron los argentinos su pase a las semifinales como quien festeja una vida más. Tras pasear por el filo del abismo, tras verse acorralados por el arreón final de los neerlandeses, Argentina prosigue viva.

Despertó tarde Países Bajos. Quién sabe qué hubiese sucedido si los muchachos de Van Gaal se hubiesen aplicado a lo largo de todo el partido con la ambición de los últimos diez minutos. Tuvieron contra las cuerdas a Messi y compañía, mas no supieron rematarlos.

En los penaltis, Argentina fue más competitiva. Sostuvo la calma. Como en 2014, la albiceleste estuvo más atinada en la tanda y dejó en la cuneta a la 'oranje'.

Argentina brincó al campo para jugar su partido apenas una hora tras saber que Brasil estaba eliminada del torneo: siempre y en toda circunstancia es una nueva de impacto, más aún para los argentinos, si bien el grado de excitación fue más palpable en la grada del imponente Lusail que en el césped.

La albiceleste comenzó conservadora, prudente, muy resguardada con 3 centrales -Romero, Otamendi y Lisandro-, presta a aguardar a su contrincante y soltar algún zarpazo a la contra. Por eso el partido arrancó bajísimo de revoluciones, con el balón en poder de la 'oranje', mas sin sensación de riesgo. Fueron minutos planos, de puro tanteo. Se palpaba un temor visceral al fallo. A esta altura, el Mundial ya no excusa descuidos.

Espeso, el partido se transformó en un pulso de tensiones, un duelo reducido a perder el balón y recobrarlo en el centro del campo, tal y como si De Jong y De Paul jugaran al tenis: sin profundidad, sin juego por bandas, sin balones al espacio. Sin espacios, en verdad. Demasiados jugadores pendientes de defender; poquísimos pensando en agredir.

Ante semejante panorama, solo una genialidad podía romper el partido: la firmó, quién si no, Leo Messi. A la media hora de juego, deambuló por el borde del área contrincante con el balón controlado, pensó, levantó la mirada, vio el desmarque de Molina y le filtró un balón imposible, quizás la mejor asistencia del Mundial, a fin de que el futbolista del Atlético metiera la puntera y batiera a Noppert.

En el reposo, Van Gaal refrescó a su equipo con la entrada de Koopmeiners y Berghuis. Argentina sostuvo su plan de partido y la 'oranje' no supo apresurar el suyo. La apuesta por Luuk de Jong, mediada la segunda mitad, ya sonó a la medida agobiada. Poco después entró Weghorst, que pasaría en cuestión de minutos del anonimato a monopolizar todos y cada uno de los focos. Scaloni respondió dando aire a De Paul, que dejó su lugar a Paredes.

El partido pareció resolverse en el minuto 71, cuando Dumfries cometió un inocente penalti sobre Acuña, en el lateral del área.

Asistió Messi a la cita de los once metros y no falló: el éxtasis en la grada ya era irrefrenable, si bien Países Bajos lo frenó: marcó Weghorst un gol que bien hubiese podido firmar Luuk de Jong, un cabezazo impecable. Con 8 minutos por delante, la 'oranje' exprimió sus posibilidades hasta el final.

Apretó los dientes y encerró a Argentina. Se puso canchero Paredes, protagonista de una pelea con los neerlandeses por pegar un pelotazo al banquillo contrincante.

Fue entonces cuando entró en escena Mateu Lahoz, que dio diez minutos de prolongación. Fue una agonía para Argentina y una bola extra para Países Bajos.

En la última jugada del partido (minuto 101), una falta al filo del área, la libreta de Van Gaal solicitó la palabra. Ejecutó la acción Koopmeiners y la remató Weghorst frente a la incredulidad de la zaga Argentina. Absolutamente nadie se aguardaba un detalle táctico tan sutil a esas alturas del partido, condenado a la prórroga por obra y gracia del adiestrador holandés.

En la prórroga, el temor pudo a los dos equipos, si bien fue Argentina la que más bravura le puso. Países Bajos se defendió con solvencia y contragolpeó con riesgo, transformado ya el partido en un duelo de boxeo entre dos pugilistas exhaustos: Enzo Fernández estrelló un balón en el palo cuando el reloj marcaba el 120. Así llegó el partido a la tanda de penaltis.

En la ruleta, comenzó fallando Van Dijk. Demasiado lastre para Países Bajos, que se achicó conforme se agrandó la figura del 'Dibu' Martínez. Asimismo detuvo el segundo lanzamiento contrincante, de Berghuis. Enzo Fernández erró su lanzamiento, mas el beneficio de Argentina ya era insuperable. Embocó Lautaro y el éxtasis se apoderó del estadio de Lusail, transformado de nuevo una celebración albiceleste.

TiroAlpalo