El Uruguay de Marcelo Bielsa despachó a Bolivia con mucha autoridad, estiró su ráfaga y quedó escolta en las Eliminatorias. El técnico argentino impulsó un repuesto generacional, le cambió la cara al conjunto oriental y edificó un equipo pragmático y distanciado de fundamentalismos tácticos que puede amoldar su propuesta a las peculiaridades del contrincante. Eso fue lo que se vio en los últimos partidos ante Brasil (2-0) y Argentina (2-0). Y se confirmó ante Bolivia en un cruce de otras peculiaridades, ya que toda la responsabilidad recayó en el local.

El equipo del Loco dominó el partido desde el primer minuto frente a un contrincante que salió con un 4-5-1, presto a achicar cara atrás, con poca distancia entre líneas para cubrir los espacios y intentar cerrar los caminos. Como era de aguardar, el visitante le cedió terreno, pelota y estrellato al local. Los charrúas tuvieron un 69 por ciento de posesión y supieron realmente bien qué hacer con la pelota frente a un equipo que se cerró. Los laterales, Araujo y Viña, se desprendieron por las bandas para darle amplitud al ataque. Los volantes interiores, Valverde y De la Cruz, llegaron desde atrás y se asociaron con Pellistri y Olivera para aprovisionar a Darwin Núñez, el goleador de Uruguay en la Eliminatoria con 5 chillidos.

El primer gol nació de un buen desborde de Araujo que capitalizó Núñez. Bolivia, que con el brasileiro Zago como adiestrador venía de ganarle a Perú (2-0), no salió ni tan siquiera cuando ya estaba en desventaja. Y Uruguay siguió con exactamente la misma táctica para ir por el segundo, que llegó tras un centro y un rebote del arquero Viscarra que derivó en un gol contra Villamil.

El complemento fue un monólogo de Uruguay, que administró los tiempos y los espacios. Jamás bajó el pie del acelerador y pasó por arriba a un contrincante resignado que no intranquilizó. Núñez selló el tercero de cabeza y los charrúas tuvieron situaciones para ampliar el beneficio. Bolivia fue borrado de la cancha por un equipo que lo superó en todas y cada una de las facetas del juego. Con Bielsa renacieron las esperanzas. Hay ilusión. Y mucha.