Sorpresa en el Reale Arena (0-1) | VIDEO-RESUMEN + GOLES

La Real Sociedad perdió contra el Valladolid. Fue un accidente, o por lo menos lo pareció, por el hecho de que los valisoletanos anotaron el gol cuando eran sometidos en su campo por un valiente conjunto txuri-urdin que reemplazó la brillantez o la inspiración que le faltaba por garra, casta y tenacidad. Los blanquiazules merecían ir por delante en el instante en el que los visitantes penetraron por su banda derecha con el centro de Luis Pérez que lo introdujo en la meta Larin merced a un agraciado remate con el hombro. Un final atroz para el maldito rompecabezas por las bajas que debía solucionar una vez más Imanol, ya que el canadiense ganó en el salto a Zubimendi, que se hallaba ejercitando de bombero en un fuego que no le correspondía.
La mayor pena es que el easonense había dado un clinic de de qué manera debe jugar y dominar la situación un mediocentro entre los leones de los contrincantes, como afirmó Sorloth en la entrevista de la semana en este periódico, y en el reposo Imanol debió hacer dos cambios y desplazar a otros dos jugadores de la situación en la que venían actuando. Quizás demasiado ajetro para un partido muy táctico en el que quien fallase primero se iba a quedar compuesto y sin puntos.

Cualquier día debía ocurrir esto. No era normal el nivel de confiabilidad y la regularidad de un equipo que ha jugado más de la mitad de sus encuentros de Liga con una media de más de 8 jugadores de baja. El día de ayer le faltaban en concreto 9, entre aquéllos que se hallaban futbolistas de mucho peso con los que se marca la diferencia. La vida sin Merino y Silva no puede ser igual, por más que los chavales estén rindiendo a un espléndido nivel cuando les dan ocasiones. Si a esto le sumas que múltiples de los que salieron de comienzo debieron ser infiltrados, la consecuencia es que la posibilidad de padecer una contingencia en forma de derrota inopinada sobrevolaba como los buitres desde hace cierto tiempo sobre las cabezas de los realistas.

Imanol tenía el último día de la semana vacilón y decidió jugar al engaño con la complicidad de las redes sociales del club. Una hora ya antes del encuentro, la cuenta txuri-urdin publicó el once con las novedades de Barrenetxea, Pablo Marín y Robert Navarro. Conforme su dibujo y ante la carencia de un lateral derecho concreto al estar los 3 lesionados, el técnico sostendría la fórmula de urgencia con la que terminó en el Bernabéu con Zubeldia en banda y Zubimendi en el eje de la zaga y Barrenetxea como pareja de Sorloth. Cuando los realistas se pusieron en el campo brincó la sorpresa con el easonense en el lateral, la doble Z en sus respectivas situaciones frecuentes y un 4-3-3 que en bastantes ocasiones, sobre todo en defensa, se transformaba en un 4-1-4-1. Imaginamos que Pacheta, que se las sabe todas y cada una, esbozaría una sonrisa y comentaría para sus adentros un a mí me las colarás.

A Barrenetxea le habíamos visto sobre todo ejercitando de carrilero en una defensa de 5. Esta vez los vallisoletanos, acá está la clave de lo poco sorprendidos que estaban, tenían meridianamente la consigna de buscar cuando pudieran a Machís a fin de que hiciese sangre con el extremo, que, además de esto, terminaba de salir de otro parón con esa maldita lesión que le trae por la calle de la amargura. Como es normal, le costó asentarse y hacerse fuerte en una demarcación secundaria mas en la que, como en todas y cada una de las de la retaguardia, la puedes armar gordísima. Y la verdad es que estuvo a puntito de hacerlo en un agarrón a Machís prácticamente sobre la raya del área que González Fuertes no deseó ver. Toda vez que podían y desde cualquier situación, los visitantes trataban de explorar la espalda del pobre Barrene hasta el momento en que consiguió dominar y supervisar la situación sin daño irreparable. Bien por él, que cuando se incorporó al ataque mostró sus inusuales credenciales técnicas. Lástima su tarjeta en el último minuto, que le condenó al cambio en el reposo. Exactamente la misma penitencia que cumplió Rico, mas este por una entrada de esas sin venir a cuento que no comprende absolutamente nadie en el centro del campo en una acción sin el mínimo riesgo.

A los once minutos, Kubo, que prosigue rindiendo a un nivel sideral, acaparando responsabilidad sin ocultarse hasta el agotamiento, probó fortuna tras dos buenos recortes con bote, mas su chut se fue demasiado cruzado. El Valladolid confirmaba los peores augurios y se mostraba como el contrincante incómodo que sabe complicarles en extremo las cosas a los realistas. En la primera parte, sin contabilizar ninguna llegada de auténtico riesgo visitante, solo Illarramendi en dos cabezazos a saques de falta de Robert Navarro intranquilizó a Masip. Sorloth desaprovechó la opción mejor en una acción que arrancó en un pase de Zubimendi magnífico a Marín, que lo transformó en una asistencia al noruego, cuya definición con el exterior la escupió el poste.

En la reanudación, Imanol se resguardó quitando a los laterales y dando entrada a Aihen y Brais. Tras un primer aviso de Sorloth, González Fuertes entró en acción al disculpar la segunda amarilla a Óscar Plano en una acción cuanto menos controvertible, ya que cortaba un ataque prometedor y había puesto el listón de las amonestaciones bajísimo. Otras veces no se lo pensó tanto para expulsar a algún realista como Diego Llorente o Aihen en precedentes encuentros. Qué curioso, oiga. Es tan malo que lo mejor que te arbitre es que lo pierdes de vista a lo largo de múltiples semanas.

Sorloth cumplió su promesa de buscar portería con su bazoca, mas el balón se fue lamiendo el palo. Un endiablado Kubo aparecía como el muñeco mefistofélico por todo el frente de ataque, si bien, una vez más, falló al entrar a matar en dos buenísimas acciones prácticamente seguidas. La Real había inclinado el campo cara la meta de Masip, que, asimismo es cierto, tampoco se vio obligado a hacer ninguna parada de mérito hasta el momento en que llegó la contra vallisoletana que terminó con el gol de Larin. Un golpe mortal para un conjunto realista que se desordenó con los cambios y terminó siendo un embudo cara el centro, donde morían sus intentos de conseguir el empate. La única ocasión destacable fue un errado cabezazo de Brais, que puede tomarse el tiempo que desee con su bache, ya que se ha ganado que se le espere lo que haga falta.

Y derrota. La tercera en casa en la Liga; un domingo de ocasiones, ya que todos y cada uno de los contrincantes directos habían pinchado. Ese género de opciones pintiparadas las carga el demonio y quien más o quien menos se temía lo peor en los preliminares del encuentro. Ninguna duda en una Real que prosigue compitiendo y dando la cara pese a presentarse en la batalla con más vendajes, pinchazos para aguantar el dolor y fragancia a reflex que los heridos de un centro de salud de guerra. Ahora vuelve a tener una semana entera para superar el mazazo y, sobre todo, recobrar figuras clave que le dejen no salirse del camino de Champions que viene recorriendo desde el principio del curso.

TiroAlpalo