El Madrid contesta al racismo con goles y sale glorioso del Metropolitano (1-2) | VIDEO-RESUMEN + GOLES

La absurda polémica del baile y los cánticos racistas provenientes de la afición rojiblanca minutos antes del partido configuraron el día de ayer un derbi de alto voltaje en el Metropolitano, que afinó sus cuerdas vocales para intentarle un averno a su vecino. Mas cuando el balón echó a rodar, el Atlético no supo de qué forma ganar y el derbi se lo llevó un Real Madrid considerablemente más práctico y leal a su filosofía, es un martillo. Y así, los de Ancelotti prosiguen como líderes invictos conducidos en volandas por múltiples jugadores en un estado de forma superlativo, con Valverde y Rodrygo al frente.

El partido empezó desde las trincheras, con un campo transformado en olla a presión donde apenas había espacio para el futbol. El planteamiento estaba claro: el Atlético aceptaba el rol de dominador y su contrincante esperaba a la espera de su ocasión. Las primeras fueron bombardeos locales en jugadas aéreas que apenas ocasionaron riesgo. Y cuando el balón caía al suelo y el ataque era estático, al Atlético se le nublaba el horizonte, con 16 jugadores compartiendo atasco en el centro del campo. Ni Griezmann, que el día de ayer madrugó para jugar una hora ya antes que de costumbre, pudo desatar aquel nudo.

La contestación del Real Madrid llegó al cuarto de hora, en una jugada que comenzó la arrancada del desbocado Valverde y siguió Tchouameni como lanzador: su pase parabólico lo empalmó Rodrygo a la red, ya antes de danzar el gol con Vinícius.

La historia se repitió una cuarta parte de hora después, esta vez con Modric como directivo de orquesta y asistente de Vinícius. El brasileiro, por instantes más pendiente de la actuación y la polémica que por el propio juego, se plantó solo ante Oblak. El rechace de su disparo al palo lo cazó Valverde para hacer el 0-2. Mucho castigo para un Atlético que se hallaba una montaña demasiado alta por escalar. Muchas piedras en ese camino.

La segunda parte fue un peñazo, o cuando menos una parte. El resultado pareció anestesiar al Atlético, que apenas creó riesgo en esa primera media hora frente a un contrincante que se acostaba plácidamente en el campo. Solo quedaba apelar a la rebeldía de un equipo que no se rinde ni fallecido y surtió efecto: Precioso remató una jugada aérea con su hombro y la suerte acabó en 2-1, con diez minutos por jugar y el estadio hirviendo otra vez.

Quedaban diez minutos por disputar mas no hubo tantos en ese nuevo partido. Ancelotti supo desplazar el banquillo para poblar el centro del campo y el Atlético acabó muriendo en la ribera, con la sensación de haber contestado demasiado tarde frente a un contrincante que prosigue leal a su estilo: no precisar jugar bien para ganar.

TiroAlpalo