Alcaraz barre a Tsitsipás como si de un novato se tratara (6-2, 6-1, 7-6)

El viernes, con un par de días de reposo, Alcaraz y Djokovic se encararán por segunda vez (la otra fue en las semifinales del Mutua Madrid Open 2022 con victoria de Carlitos), esta vez con la final de un Grand Slam y el liderato del ranking en juego. “Es el partido que todo el planeta deseaba ver. Deseo jugarlo, ganar a los mejores”. Suena fuerte, mas el murciano de 20 años parte como preferido.

Lo es por una cuestión numérica (35-3 este año, 25-2 en tierra y 4 títulos) y, sobre todo, por sensaciones. Su exhibición ante Tsitsipas, a quien ha ganado, con este, en sus 5 enfrentamientos, fue exorbitante. Desarmó totalmente a un contrincante encantado por el influjo del tenis y de la personalidad del prodigio de El Palmar.

Horas ya antes del partido, Charly había atravesado por la sala de prensa del campeonato parisino y saludado, mano en alto y con su frecuente sonrisa, a los cronistas españoles. Sereno, volvía de calentar con su adiestrador, Juan Carlos Ferrero, y el resto del equipo.

Después, en la pista, se merendó al heleno, desbordado desde el minuto uno. El duelo no tuvo más historia que la que escribió Alcaraz, que apuntó como clave opinar en sí “todo el rato, lo más esencial para todo el mundo”. Desde entonces, asimismo hay que decirlo, se aguardaba más de un jugador que ha disputado ya dos finales de Slam, la de Roland Garros 2021 y la del Open de Australia 2023, y que jamás había perdido en unos cuartos de un major (6-1 ahora). Mas la intensidad, el ritmo y la potencia de golpeo de su contrincante no le dejaron ni meditar.

Desde el saque (79 por ciento de puntos con un 77 por ciento de primeros), hasta los winners (36 contra 21), pasando por el cuidado de la bola (20 fallos no forzados), Charly dominó a placer, con un solo borrón, pequeño, nadaliano, podría decirse, al encajar un quiebre cuando sacaba para ganar, tras haber tenido dos match balls al resto. Tsitsipas parecía hablarle de “control” a su padre, Apostolos, por el hecho de que no lo tenía, en lo más mínimo. “Llegar a jugar con él tanto como resulte posible, te va a dar más ocasiones de vencerlo. Yo las busco”, afirmó el pasado domingo sobre su némesis. Deberá perseverar, desde entonces, si desea lograrlo, y competir con un planteamiento táctico más atinado. Asimismo con mayor orgullo y ambición, la que mostró cuando ya tenía la batalla prácticamente perdida.

Siendo así las cosas, el triunfo para Alcaraz (125º de su carrera) fue considerablemente más simple de lo que, probablemente, mismo aguardaba, por muy confiado que pueda parecer a veces. No afirmemos ya los espectadores, que animaban al griego con el deseo de amortizar el coste de las entradas. Si bien ver de esta forma a Alcaraz todopoderoso, lo vale.

TiroAlpalo