Un golazo de Jason a 30 metros de la portería, propicia la victoria del Alavés (1-0) | VIDEO-RESUMEN + GOLES

La situación es horrible, precisa de soluciones urgentes por la parte de la nueva propiedad, por el hecho de que este Zaragoza fue, otra vez, la viva imagen de la impotencia, frente a un Alavés, líder tras ganar, que se quedó con 10 en el minuto 36 por la roja a Benavídez, no mostró ni los recursos ni las ideas para buscar la victoria.

La paciencia debe tener un límite y el tiempo de Juan Carlos Carcedo apunta a terminarse ya y el de Miguel Torrecilla, arquitecto técnico a medias de una plantilla con el visto bueno de Raúl Sanllehí, ya lo ha hecho. Este Zaragoza no marcha y desespera a cualquiera. En Vitoria, en un panorama favorezco, no fue capaz tampoco de ganar.

Los 16 puntos en 15 jornadas ya son bastante señal, mas es que las sensaciones son peores. Este Zaragoza es la impotencia absoluta, no cree en lo que hace, no hace prácticamente nada bien y sobre todo es un equipo cobarde e ineficaz, algo que nace desde la visión de un adiestrador que desde hace unos días que le viene grande este banquillo. Su Zaragoza, limitado por la capacidad de su plantilla, ha ido a peor según ha pasado la época, no hace prácticamente jamás tantos (9 tantos y 9 partidos sin marcar de 15) y en consecuencia no gana prácticamente jamás, tampoco cuando el contrincante se queda en inferioridad. Pasó frente al Eibar y se repitió en Vitoria. Con esas coordenadas, el camino es cara el cadalso del desastre del descenso. Hace falta un giro ya.

Carcedo fue a Vitoria a que no pasase prácticamente nada, repitiendo la idea de Tenerife. Con exactamente el mismo dibujo con 3 centrales, un 5-2-2-1 en la práctica dejando solo a Giuliano y con Mollejo y Vada por detrás, brincó el Zaragoza, protegido en defensa, con Zapater de regreso en el medio al lado de Jaume Grau, y a aguardar que en el partido pasasen las menos cosas posibles. El plan se comenzó cumpliendo por el hecho de que el Alavés era muy previsible y solo producía alguna duda en la brega de Miguel o el talento de Rioja.

El Zaragoza, bien atrás al comienzo con Francés y Jair en su mejor versión, no padecía por alto con el regreso del central luso y solo lo hizo en las pérdidas, una peligrosa de Grau y otra peor de Cristian, presionado por Miguel, mas Jason no remató el centro de Rioja con la portería vacía. Al Zaragoza apenas le duraba el balón, la velocidad de Giuliano era una escasa amenaza y el resto del equipo vivía lejísimos de Sivera, salvo tímidos remates de Vada o de Francés. No obstante, a pesar del orden y la acumulación protectora, el equipo de Carcedo estuvo a puntito de encajar un gol en un córner, ninguna novedad a propósito. Francés sacó el balón bajo palos a remate de Benavídez tras un ruido en el área.

El medio uruguayo ya había dejado su sello en múltiples faltas y cometió una sobre Mollejo que Hernández Maeso vio de amarilla y el VAR de clara roja. La rectificación del agremiado dejó más claro el panorama al Zaragoza, frente a un contrincante con 10 desde el 36. No tocó nada de manera inmediata Carcedo y el Alavés pasó a dejarse dominar dejando solo a Miguel a fin de que el Zaragoza mostrara en el final del primer tiempo su horrible complejidad para agredir en estático. Solo un remate de Mollejo a centro de Vada que capturó Sivera fue el cómputo en ese tramo final en el que el Alavés le desvistió en una contra que terminó en gol cancelado por un ajustado fuera de juego de Rioja.

El contexto del partido requería osadía y Carcedo sostuvo el dibujo y solo cambió a Puche por Vada. Así el guion no varió, el Alavés no padecía apenas, salvo en un mal remate de Mollejo y halló el gol en una falta de Jair que Jason la mandó a la escuadra al cuarto de hora de la segunda parte. Ahí ya Carcedo sí movió, tarde, muy tarde, ficha, cambió el dibujo con las entradas de Gueye, Larra y Eugeni a un 4-4-2, mas su Zaragoza ya era la viva imagen de la depresión, con esa faz insípida que ya lleva días transmitiendo y que cuando debe llevar el peso se transforma en el museo de los horrores.

Lo fue toda la segunda parte. Centros simples, sin buscar la línea de fondo, solo Giuliano intranquilizando de forma mínima, mientras que el Alavés sí producía riesgo, sobre todo con Miguel y Luis Rioja, sin que el Zaragoza diese una mínima contestación. Jason y Abqar tuvieron el segundo y el Zaragoza era un deseo y no puedo absoluto, sin un ligero atisbo de ideas en ataque, con envíos alocados, sin capacidad de mudar el partido, sin posibilidad de producir dudas al contrincante. Solo una llegada de Giuliano abrió una vía, un remate del argentino dio en Duarte y Gueye falló la final, la única. Un desastre enorme que demanda resoluciones inmediatas, comenzando por la despedida de Carcedo.

TiroAlpalo