Y Messi puso el colofón a su carrera en el Olimpo de los dioses... la tercera Copa del Mundo para Argentina! (4-3) | VIDEO-RESUMEN + GOLES

Las lágrimas de Leo Messi elevado a los cielos, santificado sea su nombre, fueron la sangre de un país recorriendo nuevamente las arterias del futbol Mundial. Infinito ya para siempre, el mejor futbolista todo los tiempos alcanzó en Qatar al fin su destino, haciendo honor a la premonición que le señalaba como el mesías que devolvería la Copa del Mundo a Argentina, ya tricampeona.
36 años habían pasado desde el instante en que el balón se hizo carne en Maradona y este domingo el ánima del 'Pelusa' se transustanció en el más refulgente de sus herederos a fin de que una nación que siente el futbol como algo más que una religión.

Ocurrió todo ello en la final de todos y cada uno de los tiempos, homenaje sin parangón a la carrera de una historia de leyenda sin parangón y de una vibrante afición que desde el primero de los días hizo suyo el Mundial. Hubo que aguardar hasta los penaltis pues el que va a ser nuevo rey del futbol, Kylian Mbappé, asimismo un país sobre sus anchas espaldas, se resignó hasta 3 veces a que el relato albiceleste fuera perfecto. Mas ni sus 3 tantos bastaron para frenar la mística y descarrilar el destino escrito para este Mundial, ya con lógica seguridad el último de la enorme carrera de Messi.

No fue el segundo Mundial sucesivo de Francia, sino más bien el tercero de Argentina. 1978, 1986 y ahora 2022 como años jacobeos. Ya año 0 tras Messi, en el estadio Lusail el futbol premió la pasión con la que Argentina disputó toda la final, en frente de los espasmos franceses fruto del efecto desfibrilador de su máxima estrella. Los penaltis solo fortalecieron la belleza de la conquista, con un bracero como Montiel en el papel de héroe, marcando el cuarto de Argentina, suficiente frente a la parada de Dibu Martínez ante Coman y el fallo de Tchouaméni.

Fue el castigo que recibieron los galos a 70 minutos de insolvencia. No había verbo alguno en las oraciones de Francia, limitadas a una suma de adjetivos descalificativos y preposiciones adversativas de una selección que terminó siendo devorada por su tacañería, si bien fuera en los penaltis. Le había servido su plan a Deschamps para lograr la última estación con solvencia, mas asimismo con el aviso de que esta iba degenerando conforme se iba acercando al invierno, puesta en cuarentena a lo largo de largos minutos en semifinales por la enérgica Marruecos.

En toda la primera mitad, una Francia con sus mejores hombres, recuperados todos del virus que la puso en alerta, ni tiró a puerta, ahogada por una Argentina movida por la pasión, enfervorizada y jamás superada por una presión ambiental que transformó al estadio Lusail en el Monumental de la ciudad de Buenos Aires. Rodrigo de Paul era el termómetro albiceleste, acostado como interior derecho en 4-3-3 para asistir en la marca a Mbappé y aprovechar la tibieza de Theo con el balón en los pies.

El dominio argentino, impecable el planteamiento de Scaloni, se hizo carne tras un absurdo penalti de Dembélé a Di María en el minuto 23. El blaugrana trabó por detrás al veterano extremo cuando no había necesidad de hacerlo. Messi, claro, recogió el encargo y marcó su cuarto penaltis en 5 intentos en este Mundial. El festival argentino terminaba de comenzar, con su gran cabeza de cartel ejercitando de telonero.

El desvarío acabó de reventar en el Lusail 13 minutos después, en el 36, con el más perfecto de los contraataques que jamás se vio en una final Mundialista. Birló Nahuel Molina en su campo, se apoyó en Messi y este abrió para Julián Álvarez, que lanzó a Mac Allister a la carrera a fin de que por último asistiese a Di María, goleador sin marca en el segundo palo. Todo al primer toque, todo matemáticamente perfecto frente a una Francia pálida y desconcertada.

Deschamps encolerizó entonces y activó dos cambios a 4 minutos del reposo, en pos de una reacción que no llegaba sobre el campo. Se fueron Dembélé y un Giroud que no comprendía nada y que salió del campo caminando, a pesar de ir perdiendo su equipo por 2-0, en un ademán de clara queja y desaire cara su adiestrador.

En nada mejoró Francia, ni ya antes ni tras el reposo, cuando De Paul y Julián Álvarez tuvieron dos buenas ocasiones para ampliar el resultado. Argentina, poquito a poco, empezó a relajarse conforme se iba sintiendo más campeona. No tenía ni la más mínima idea del martirio que le aguardaba por delante. Ni se le podía pasar por la cabeza.

Entraron Coman y Camavinga en el minuto 71, saliendo Griezmann del campo, y aquello fue como un 'electroshock'. En el minuto 80, Mbappé recortaba distancias tras un penalti de Otamendi a Kolo Muani. Un puñado de segundos después, Thuram y la estrella del PSG trazaron una mareante pared a la espalda de Nahuel Molina y Mbappé empató el partido con el doblete más veloz de una final de Mundial.

Ya antes de lograr el 90, Thuram demandó un penalti que el árbitro interpretó como fingido por el francés, en una acción al máximo. Aquello salvó a una Argentina apabullada por la resurrección de un contrincante al que creía fallecido y sepultado ya, que lo confió todo a una prórroga sin chicha en su primera mitad y exorbitante en la segunda, pieza maestra del futbol.

En el 109, Messi llevó al desvarío a Argentina marcando un gol de veloz factura tras recoger el rechace de Lloris a un disparo de Lautaro. Todo parecía ya hecho, mas un nuevo penalti en el 116, por manos de Montiel, volvió a compensar las fuerzas. Mbappé no falló su ocasión de firmar un 'hat trick'. Mas ni eso fue suficiente para eludir que el verbo se hiciese carne, que la Copa volviese a Argentina 36 años después con Messi transformado en el más grande que hubo, hay y, probablemente, va a haber.

TiroAlpalo