Mestalla dio una digna exhibición El coliseo de la Avenida de Suecia presentó con más de 47.000 espectadores la mejor entrada de la época en un partido en el que los jugadores le respondieron con un dispendio físico increíble y cerca estuvieron de hacerlo con una victoria. Al lado del resultado, el valencianismo volvió a palpitar con más fuerza que jamás, por el hecho de que ya desde las 5 de la tarde reunió a más de 20.000 apasionados que dedicaron su sábado al Valencia CF en un ejercicio global de amor por los colores.

Todo esto produjo una gran tensión que terminó explotando cuando el Real Madrid solicitó a Gil Manzano con total impetuosidad que le concediera un gol fuera de tiempo, lo que produjo una tángana monumental en el centro del campo que se saldó con tarjeta roja para Jude Bellingham y amonestaciones para otros Madridistas, que fueron a por el árbitro con un actitud muy violenta.

Llamó mucho la atención el talante con el que el Madrid solicitó al agremiado que les concediese el gol fuera de tiempo -Gil Manzano pitó el final con el centro lateral- cuando en la primera mitad interrumpió una jugada de riesgo del Valencia exactamente aplicando exactamente el mismo criterio una vez cumplido el desmedido descuento de 5 minutos. El extremeño aplicó exactamente la misma encalla de medir en ambos casos, mas fue en el pitido final cuando se desató el caos. El valencianismo, que brincó al tiempo múltiples veces a lo largo del encuentro el «Madridista el que no bote» se despidió con sorna de los jugadores del Madrid cuando enfilaron el túnel de vestuarios.

Al lado de ese ‘pique’, Mestalla sacó el orgullo apretando cada acción, apoyando a los suyos y haciendo tremer los cimientos con múltiples cantos, en especial con el himno valenciano en la salida de los jugadores al campo.

Singularmente sentido fue ese vínculo con la tierra en los actos de homenaje a las víctimas del incendio de Campanar, mostrando desde la Grada de Animación asimismo una bandera exactamente de la peña de este distrito.

El instante más duro para la gente llegó con la brutal lesión de Diakhaby que dejó a Mestalla con el corazón en un puño tras ver las vehementes reacciones del resto de los jugadores y la celeridad que le solicitaban a las asistencias médicas. La afición le despidió con una sonora ovación, mas el sobrecogimiento no abandonó a la gente conforme se fue enterando de la gravedad.