El Sevilla, con 9 jugadores, sonroja a la Real Sociedad durante la segunda parte (1-2) | VIDEO-RESUMEN + GOLES

Nuevo episodio negativo en la época sonrojante con la que está castigando el Sevilla 2022-23 a todos y cada uno de los suyos. El equipo confeccionado por Monchi, con el permiso de José Castro y José María del Nido en la clara dejación de funciones de los dos, no es capaz siquiera de acercarse a un triunfo en el Ramón Sánchez-Pizjuán y ya lleva 7 partidos disputados al calor de los suyos en el presente curso.
Esta vez fue la Real Sociedad la que sacó provecho de las circunstancias, de las endógenas y asimismo de las exógenas, como las dos expulsiones que ordenó desde el VAR Jaime Latre a fin de que Rakitic y Nianzou se fuesen a la ducha en el ecuador del primer periodo. Ni tan siquiera el arranque racial de orgullo en el segundo periodo atenuó la sensación de impotencia absoluta.

Sería absurdo ampararse en esas dos tarjetas rojas para disculpar el desastre que es este Sevilla F.C. de la época 2022-23. En esos instantes ya iba perdiendo por el gol de Sorloth, que se plantó delante de Bono con todas y cada una de las comodidades, prácticamente tal y como si se tratase de un adiestramiento de lo fácil que lo tuvo. Mikel Merino procuró una integración del noruego, a propósito en la lista de posibles refuerzos blancos a lo largo del verano ya antes de la llegada de Dolberg, y este recibió la pelota tras pasar bajo las piernas de Nianzou. Frente a la demora en la cobertura de Gudelj, el espectador más próximo del tanto, picó la pelota con sencillez para desbaratar cualquier intento de puntuar de los anfitriones.

Por el hecho de que este Sevilla, pese a la enorme ocasión que se le presentó después a Isco y que provocó uno de los paradones de la época por la parte de Álex Remiro (25’), es un auténtico desastre y no tiene el mínimo nivel físico exigible para poder competir en la Primera División del futbol de España.

Sampaoli, en su enésima busca de un once competitivo, había hecho otra combinación en la que Rafa Mir volvía a moverse por la derecha en el arranque y Lamela e Isco lo acompañaban arriba. Mas en el centro del campo figuraban Rakitic, Óliver Torres y Gudelj, 3 futbolistas que juegan con un motor de diesel frente a los fórmulas uno contrincantes, que lo hacen con un carburante que los mueve a una velocidad interminablemente mayor. En un caso así, era la Real Sociedad, mas da lo mismo, prácticamente todos los contrincantes que se han medido a los sevillistas hasta el momento han mostrado que su físico era superior.

Especialmente cuando los únicos jugadores que pueden aguantar el ahínco en el centro del campo, léase Joan Jordán o aun Delaney, se quedan en el banquillo por las razones que fueren. Y con semejantes mimbres, la descomposición total llegaría en dos accidentes que el nuevo futbol, el de los monitores y el VAR, penaliza de forma incuestionable. Rakitic no fue a hacerle daño a Brais Méndez, cuando menos eso parecía. Deseó sujetarlo meridianamente, una pura falta táctica, mas en ese forcejeo terminó pisándolo entre el tobillo y el peroné. Tarjeta roja irresoluble en el renovador juego que responde por futbol y el Sevilla recibía un cubo de agua friísima para multiplicar de forma geométrica su sensación de impotencia.

Corría el minuto 28 cuando Rakitic veía claramente la roja tras el discute con el VAR, mas no se iba a quedar ahí la atrocidad de la tarde con este Sevilla tan mal gestado y peor parido. Apenas 3 minutos después, Nianzou procura resguardar un balón con una pierna para intentar llevárselo con la otra, mas lo que halla nuevamente el francés es la rodilla de Brais Méndez. La reacción del banquillo realista, justo a la vera de la acción, fue instantánea. Todos hacían el ademán de los monitores y Del Cerro Grande, pese a que en un inicio pitó falta en favor de los locales, se fue nuevamente al aparato. Otra tarjeta roja y en el minuto 34 los sevillistas estaban 9 contra once y cero a uno en el marcador.

El partido estaba más que acabado desde ese momento y peor se le pondría a la escuadra de Sampaoli cuando poquísimo después (36’) aprovechaba la superioridad en el número de peones para poner el cero a dos con total comodidad. Si había alguna duda, esta quedaba resuelta ya totalmente, mas ahí sí se generó un arranque racial por la parte de los sevillistas y asimismo de acierto, como es lógico. Un centro de Alex Telles era realmente bien cabeceado por Rafa Mir (44’).

La desventaja se reducía hasta la mitad, mas la sensación extendida era que solo podía ser un engordar para fallecer. Pues el 9 contra once proseguía y era una sensación hiriente de impotencia. Todo dependía de que la Real Sociedad no se tirase al callejón mientras que se pasaba el balón de un lado para otro continuamente sin que ningún sevillista pudiese salir ya a acosar en pos de una restauración.

Las resoluciones de Sampaoli en el intermedio pasaron por meter a Kike Salas y Joan Jordán por Rekik e Isco. Un hombre por hombre tal vez por algún inconveniente físico y otro perfil diferente en el caso del catalán. El Sevilla ya se protegió con dos líneas de 4 por delante de Bono, mas sin tratar jamás de tener la pelota y sí aguardando para no encajar tantos. No había posibilidad de otra cosa, indudablemente.

Todo debía perdurar hasta el momento en que los realistas fuesen capaces de hacer el tercer tanto, mas no lo hicieron, entre otras muchas cosas por las paradas de Bono. Después entraron En-Nesyri y Delaney, mas daba igual, parecía prácticamente imposible que los sevillistas pudiesen llegar hasta Álex Remiro. El prácticamente es por el hecho de que cuando menos sí se generó un córner en su favor en el minuto 68 y desde ahí sí se generarían ciertos acercamientos. Aun dio la sensación de que Lamela fue agarrado después por Pacheco en una jugada muy incierta (69’) y hasta En-Nesyri cabeceó picado otro buen centro de Alex Telles.

La Real tal vez no se podía opinar que fuera tan simple la victoria en el Ramón Sánchez-Pizjuán y por ahí se abría la espita cara el milagro, sobre todo por el hecho de que el joven Pablo Marín no acertó a solas. Hacía falta un milagro a fin de que la raza y el pundonor sirviesen para algo más que para savalguardar el orgullo. Este no llegó, el Sevilla de Monchi, José Castro y José María del Nido Carrasco prosigue en dirección cara el abismo más absoluto. Por más que fuera 9 contra once, no gana nunca y llega a este tiempo de recomponer la situación con una sensación de impotencia absoluta. Monchi tiene la llave para intentar reparar algo que conduce a los suyos al mayor de los sonrojos.

TiroAlpalo