Es posible que se froten los ojos en Vallecas al mirar a la clasificación mas es verdad: pasada la frontera de la media temporada, son equipo de Europa. Su victoria, cómoda y justa, frente al Almería (2-0) en el último partido de la jornada les pone en una pasmante quinta situación, que son puestos de Europa League, y ni más ni menos que a 3 puntos de la Champions League. Claramente, Europa pasa por la Avenida de la Albufera.
El partido nació como nacen todos y cada uno de los partidos en Vallecas: intensos, con ocasiones desde el primer minuto. Motivo que es de dar las gracias para hacer del lunes menos lunes. Así, los dos equipos procuraron el gol desde el comienzo mas no lo hallaron. Y todo por culpa de los porteros, Dmitrievski y Fernando, que pusieron freno a los disparos de los más audaces, Isi y Lejuene por el Rayo y Robertone y Leo Baptistao por el lado del Almería.
Con el paso de los minutos, dio la sensación de que el conjunto local fue cogiendo más cuerpo y se hizo con el balón y, por lo tanto, con el dominio del juego. Suyas fueron las siguientes ocasiones, gol cancelado a Isi incluido, al tiempo que el Almería decidió implicarse más en la defensa que en el ataque, fiándolo todo a los balones largos cara Luis Suárez que era un islote en la delantera. Y así se llegó al reposo donde la premisa de los adiestradores era clara: proseguir produciendo. En el caso del Rayo, algo más. En el caso del Almería, algo.
Y la franja cumplió con su parte. Así, a los diez minutos de la segunda mitad, logró anticiparse con algo de fortuna que, ya se sabe, en ocasiones hay que procurarla. Fue una vez que un centro desde el córner de Isi tocara en la pierna de Rodrigo Ely y de allá saliese despedido cara portería. El Rayo se había adelantado.
Y pasó entonces que el marcador tuvo el impacto previsible en los dos equipos. Al Rayo le hizo realmente bien y al Almería muy mal. Tanto, que a los 9 minutos el conjunto de Iraola volvió a marcar esta vez con una enorme jugada de Álvaro García que solamente entrar en el campo su cometido fue marcar gol a pase de un omnipresente Isi. Vallecas reventaba de alegría otra vez.
Fue una olla el estadio madrileño, lleno hasta la bandera un lunes de febrero, que no dejó de sostenerse en ebullición hasta el fin del partido cuando pudieron ser conscientes, ya sí, de que su equipo, a día de hoy, es de Europa. En consecuencia, pueden soñar con un futuro entre los grandes por el hecho de que su presente, si bien humilde, es de exactamente la misma talla que el del resto.
Con el paso de los minutos, dio la sensación de que el conjunto local fue cogiendo más cuerpo y se hizo con el balón y, por lo tanto, con el dominio del juego. Suyas fueron las siguientes ocasiones, gol cancelado a Isi incluido, al tiempo que el Almería decidió implicarse más en la defensa que en el ataque, fiándolo todo a los balones largos cara Luis Suárez que era un islote en la delantera. Y así se llegó al reposo donde la premisa de los adiestradores era clara: proseguir produciendo. En el caso del Rayo, algo más. En el caso del Almería, algo.
Y la franja cumplió con su parte. Así, a los diez minutos de la segunda mitad, logró anticiparse con algo de fortuna que, ya se sabe, en ocasiones hay que procurarla. Fue una vez que un centro desde el córner de Isi tocara en la pierna de Rodrigo Ely y de allá saliese despedido cara portería. El Rayo se había adelantado.
Y pasó entonces que el marcador tuvo el impacto previsible en los dos equipos. Al Rayo le hizo realmente bien y al Almería muy mal. Tanto, que a los 9 minutos el conjunto de Iraola volvió a marcar esta vez con una enorme jugada de Álvaro García que solamente entrar en el campo su cometido fue marcar gol a pase de un omnipresente Isi. Vallecas reventaba de alegría otra vez.
Fue una olla el estadio madrileño, lleno hasta la bandera un lunes de febrero, que no dejó de sostenerse en ebullición hasta el fin del partido cuando pudieron ser conscientes, ya sí, de que su equipo, a día de hoy, es de Europa. En consecuencia, pueden soñar con un futuro entre los grandes por el hecho de que su presente, si bien humilde, es de exactamente la misma talla que el del resto.