El R. Madrid volvió a las andadas en Son Moix y se dejó 3 puntos de oro que pueden costarle carísimos en la carrera que sostienen con el FC Barcelona por el título de Liga. Los blancos no supieron administrar las emociones en un partido muy tenso y que se le complicó prontísimo con un gol en propia portería de Nacho. El Mallorca defendió su tesoro con uñas y dientes. El conjunto de Ancelotti desperdició asimismo un discutido penalti señalado por un derribo de Rajkovic a Vinicius, que transformó el partido en una cruzada personal contra el Mallorca.
El equipo blanco no supo contrarrestar el planteamiento futbolístico de Javier Aguirre a lo largo de los primeros 45 minutos, ni tampoco los condicionantes ambientales. Espeso con el balón, el cuadro de Ancelotti echó mucho en falta la firmeza de Militao atrás y la inspiración de Benzema delante. Vinicius estuvo más pendiente de sus guerras personales con Maffeo y Raíllo que de crear riesgo. Y con Marco Asensio y Rodrygo espesísimos en todos y cada uno de los sentidos, los blancos se limitaron a probar suerte desde fuera del área para procurar marcar. El R. Madrid concluyó la primera mitad sin efectuar ni un disparo entre los 3 palos, para satisfacción de Rajkovic. El fuerte viento no le asistió tampoco.
Ancelotti, que en el calentamiento recibió otra mala nueva con los inconvenientes musculares de Courtois que le forzaron a alinear a Lunin, terminó agobiado en la banda demandando sin parar al agremiado. Daba la sensación de que absolutamente nadie de blanco era capaz de tomar resoluciones atinadas. El Mallorca, en cambio, sacó petróleo de su planteamiento. Se puso por delante en un balón colgado al área por Dani Rodríguez que cabeceó en el fondo de la portería Nacho en su pelea con Muriqi.
El tempranero gol local acrecentó la ansiedad visitante. El R. Madrid no hallaba jamás espacios para filtrar balones al área y sus delanteros jamás hallaron situaciones de uno contra uno convenientes. El Mallorca se defendía con mucho orden e intensidad, y asimismo supo jugar con las emociones. Vinicius se tomó el partido como una cuestión personal y terminó el primer tiempo descentrado y con una amarilla por darle un pisotón a Maffeo.
Las revoluciones subieron aún más tras el reposo. El equipo madridista apretó de salida, mas los mallorquinistas no redujeron la intensidad. Los duelos y las luchas se acentuaron y en la mitad de la tensión ambiental llegó un nuevo regalo arbitral a los blancos. Vinicius, que no paró de protestar y de enfrentarse dialécticamente a todos y cada uno de los defensas mallorquinistas, se cayó en el área tras desperdiciar un codo con codo con Rajkovic. El choque entre el brasileiro y el meta se generó una vez que el primero ya hubiese rematado, mas el agremiado apuntó incomprensiblemente penalti. Mas no era el día de Marco Asensio, que desperdició el regalo y Rajkovic detuvo su remate.
El R. Madrid se vio obligado a continuar bogando a contracorriente. Vinicius olvidó por unos momentos su cruzada personal y se sacó del sombrero una internada hasta la línea de fondo, si bien su pase siguiente fue detenido por el portero serbio.
Los blancos empujaban y empujaban, mas sin claridad ni precisión y sin que llegasen a crear ocasiones claras. Era un deseo y no puedo incesante. El Mallorca pudo ampliar su ventaja en alguna contra, al tiempo que el R. Madrid solo procuró portería en un remate desviado de Mariano en el 88'. La nutrida defensa local se le atragantó de manera continua al cuadro madridista.
Ancelotti, que en el calentamiento recibió otra mala nueva con los inconvenientes musculares de Courtois que le forzaron a alinear a Lunin, terminó agobiado en la banda demandando sin parar al agremiado. Daba la sensación de que absolutamente nadie de blanco era capaz de tomar resoluciones atinadas. El Mallorca, en cambio, sacó petróleo de su planteamiento. Se puso por delante en un balón colgado al área por Dani Rodríguez que cabeceó en el fondo de la portería Nacho en su pelea con Muriqi.
El tempranero gol local acrecentó la ansiedad visitante. El R. Madrid no hallaba jamás espacios para filtrar balones al área y sus delanteros jamás hallaron situaciones de uno contra uno convenientes. El Mallorca se defendía con mucho orden e intensidad, y asimismo supo jugar con las emociones. Vinicius se tomó el partido como una cuestión personal y terminó el primer tiempo descentrado y con una amarilla por darle un pisotón a Maffeo.
Las revoluciones subieron aún más tras el reposo. El equipo madridista apretó de salida, mas los mallorquinistas no redujeron la intensidad. Los duelos y las luchas se acentuaron y en la mitad de la tensión ambiental llegó un nuevo regalo arbitral a los blancos. Vinicius, que no paró de protestar y de enfrentarse dialécticamente a todos y cada uno de los defensas mallorquinistas, se cayó en el área tras desperdiciar un codo con codo con Rajkovic. El choque entre el brasileiro y el meta se generó una vez que el primero ya hubiese rematado, mas el agremiado apuntó incomprensiblemente penalti. Mas no era el día de Marco Asensio, que desperdició el regalo y Rajkovic detuvo su remate.
El R. Madrid se vio obligado a continuar bogando a contracorriente. Vinicius olvidó por unos momentos su cruzada personal y se sacó del sombrero una internada hasta la línea de fondo, si bien su pase siguiente fue detenido por el portero serbio.
Los blancos empujaban y empujaban, mas sin claridad ni precisión y sin que llegasen a crear ocasiones claras. Era un deseo y no puedo incesante. El Mallorca pudo ampliar su ventaja en alguna contra, al tiempo que el R. Madrid solo procuró portería en un remate desviado de Mariano en el 88'. La nutrida defensa local se le atragantó de manera continua al cuadro madridista.