El Barça defrauda en el comienzo de Liga ante un Rayo que saca un valioso punto del Camp Nou (0-0)

Con ilusión no se ganan partidos. Ni tampoco con una serie de fichajes ilusionantes que provocaron, eso sí, el retorno masivo del barcelonista al Camp Nou. Ni firmando 21 remates, 6 de ellos a puerta, incluyendo dos tantos bien cancelados (a Lewandowski y después a Kessié), prueba de que el Barça de Xavi está en periodo de incubación, sometido como quedó por el Rayo que rigió la noche en la primera mitad y después resistió en un elogiable ejercicio protector, ayudado, además de esto, por la poca contundencia ofensiva blaugrana.

No jugó bien el Barça. Muchas ocasiones, poca puntería. Demasiada velocidad, escaso futbol, alén del arreón final que protagonizó cuando Xavi intervino con un triple cambio, que agitó un tanto a su equipo, mas sin eficiencia alguna. Además de esto, acabó con 10 siendo expulsado Busquets por dos tarjetas amarillas agradeciendo a Ter Stegen su bendita mano derecha por el hecho de que evitó el triunfo rayista en el tiempo añadido.

Triste empate para iniciar y ya se intuía. Llegada la primera pausa de la hidratación, Xavi procuró corregir las cosas que no le habían agradado de la primera media hora del partido. El Barça, eléctrico y vertical que anda edificando el técnico, quedó cortocircuitado por la presión del Rayo.

Valiente y audaz estuvo el conjunto madrileño, capaz de poner en muchas contrariedades la estructura blaugrana. No se sintió cómodo en ningún instante. Precisó aun 5 minutos para asomarse con determinada pretensión al área de Dimitrievski merced a la conexión de los extremos.

Anclado como rampa de salida en la izquierda Dembélé. Instalado Raphinha en el flanco derecho. Mas no aparecían con la frecuencia e inteligencia que precisa el juego del Barça los interiores como Pedri o Gavi. El partido transitaba a alta velocidad, lleno de intensidad, con un genial Rayo imponiendo su ley. Y eso a Xavi, claro, no le agradaba. Es lógico. Su equipo no tenía la alegría que había proyectado en la ilusionante pretemporada. Ni tampoco contundencia.

Cuando menos, atrás no parecía padecer. En una defensa donde no había lateral derecho puro, Xavi usó a 3 centrales (Araujo, pegado a la cal, Christensen y Eric Garcia rigiendo en el eje) al lado de Jordi Alba, el único que no tiene competencia en la izquierda. Y fue , exactamente, quien se distrajo en el último suspiro de la primera mitad provocando que el Barça comenzase a tremer.

Ya en el tiempo añadido, Álvaro García se merendó, perdón se cenó a Araujo, ya antes de quedarse solo delante de Ter Stegen. Era gol o gol. Mas el meta alemán no solo acortó el espacio al futbolista del Rayo sino después sacó, en un alarde de reflejos y velocidad mental, su mano derecha para eludir el 0-1. Una monumental parada para librar al Barça de un susto. Una parada monumental que, en Realidad, retrataba los primeros 45 minutos, que fueron 50. El partido se jugó a lo qué deseó el Rayo.

La defensa, que no había sufrido nada, entró en pavor en los momentos finales de la primera mitad. ¿Y Piqué? ¿Dónde andaba? Puesto que, sentado en el banquillo. Como todo el verano. Ya se ha decretado, y de forma oficial, su condición de suplente. Falta saber si uno de los capitanes del Barça va a poder revertir esa situación, mas se encara a algo que no había conocido ya antes. La defensa era Piqué y 3 más. Ahora son 4 y sin rastro alguno de él, con Araujo padeciendo en ese impostado rol de lateral. Puede ser un recurso, mas no una solución terminante.

Al Barça, además de esto, le faltaba futbol. No tenía el control genuino de la noche que reunió a 81.104 espectadores ¡en el templo blaugrana. Era tan vertical como impreciso. Tan veloz como de manera extraña irregular en la construcción del juego. Demasiado veloz como sus extremos. Poco paciente como demanda Pedri, sobre todo, y Gavi para encender la luz.

La nueva es que el barcelonista, si bien sea a mediados de agosto, ha vuelto a su casa encantado por lo que intuye que puede ser, si bien aún no es. Y el equipo, como era de aguardar, tras esa compilación de cromos reunida en un verano a golpe de palanca tras palanca, precisa un indispensable tiempo de cocción.

Xavi, incómodo con lo que ocurrió, debía intervenir. El comienzo de la segunda mitad emitía exactamente las mismas señales alarmantes para el Barça. Solamente ponerse el balón en marcha ordenó el técnico a Frenkie de Jong, Sergi Roberto y Ansu Fati que saliesen a calentar. Síntoma de que nada había salido como el adiestrador blaugrana dibujó en la pizarra. Y Camello, con otra gran ocasión, probó que el Rayo tenía la lección bien aprendida.

Suerte tuvo el F.C. Barcelona de que Eric estuvo veloz en la presión y más suerte aún de que Christensen ejercitó de central solvente eludiendo el 0-1. Ni una hora de partido y las dos mejores ocasiones para el equipo de Iraola. Intervino Xavi y de forma profunda con un triple cambio: Frenkie de Jong, vitoreado por el Camp Nou, reemplazó a Gavi, Ansu Fati entró por Raphinha y Sergi Roberto reemplazó a Christensen. Media hora para mudar una noche que dominaba el Rayo, resituado, nuevamente, Araujo como central.

Despertó entonces el equipo de Xavi por medio de un par de venenosos disparos exteriores: Ansu y Busquets. Los dos repelidos por Dimitrievski. Tuvo, además de esto, considerablemente más peso Frenkie en apenas media hora que los dos interiores titulares, mientras que Xavi amontonaba delanteros. Entró Auba para llenar un ataque con Auba (izquierda), Dembélé (derecha), Lewandowski (9) y cerrando Xavi con solo 3 defensas. Y el Rayo subsistiendo a la tormenta final del Barça encerrado en su hogar. Lo frustró de tal modo que le dejó seco e indefenso. Primera noche, primer pinchazo.

TiroAlpalo