Tenis

Carlos Alcaraz se hace escuchar en Roland Garros. Ha hecho saltar las alarmas que anuncian que está finalmente en la pelea por la Copa de los Mosqueteros. No por la cosa obvia de haberse acercado un poco más llegando a cuartos de final, sino más bien porque ha subrayado un estado de forma que se aproxima al de aspirante a cualquier propósito que se proponga.

En el deporte profesional es muy difícil tener amigos, en el individual aun un poco más , y en tenis, es aún peor. Si no que se lo digan a Paula Badosa y Aryna Sabalenka, que no han escondido nunca su buena relación, pero cual giro despiadado del destino, no cesan de cruzarse en los diferentes campeonatos. El último, en Roland Garros. El segundo grande del año, donde la bielorrusa, número 2 de todo el mundo , acabó con la resistencia de la española y se clasificó para los octavos de final por segundo año consecutivo, venciendo por 7-5 y 6-1 en 1 hora y 17 minutos.

"¡No puedo hacer esa mierda!", chillaba Carlos Alcaraz justo cuando comenzaba el segundo set; para entonces ya todo estaba perdido. Un Alcaraz desorientado. Un Alcaraz desconectado. Un Alcaraz agobiado. En suma, un Alcaraz diferente. Ante Grigor Dimitrov, en cuartos del Masters 1000 de Miami, el de España completó uno de los peores partidos que se le recuerdan y cayó por 6-2 y 6-4.
Sinner va a jugar por un sitio en la final frente al ganador del duelo de este miércoles entre el chileno Nicolás Jarry y el ruso Daniil Mevdevev, defensor del título. El ganador logró 3 puntos por directo en frente de dos del derrotado, tuvo una eficiencia del 60 por ciento con el primer servicio, superior al 53 de Machac, y concretó 4 quiebres en 11 ocasiones en frente de uno en igual cantidad de ocasiones del checo.