Carlos Alcaraz fue un ciclón en la noche parisina. Solo pisar la pista activó el modo perfecto ventilador y fue amontonando golpes ganadores. La bola le corría como un Fórmula 1 y su contrincante, un tribulado Denis Shapovalov, o no daba réplica o sumaba fallos. Se juntaban el apetito con las ganas de comer. El canadiense no tenía paciencia y el murciano tenía mucha ciencia. Salvo una fase en el segundo set no hubo color y Alcaraz venció por 6-1, 6-4, 6-2 en 2 horas, 9 minutos. En octavos, el último día de la semana, le espera un contrincante más en forma como el italiano Lorenzo Musetti.

En un visto y no visto 5-0 de entrada. Un aeroplano sobrevolaba Roland Garros y devoraba el primer set como a él le agrada. Encadenando punto tras punto. Sin pausa. En formato panorámico.

Mas, en ocasiones, donde las dan las toman, y Shapovalov, tenista de ráfagas por su estilo de juego, ajustó el punto de atención y amasó un buen puñado de puntos a gran velocidad y a toda potencia. A lo largo de un rato el murciano se recogió en sus cuarteles y asimismo cometió algún fallo más de la cuenta. Como resultante 4-1 para Shapovalov y amenaza de equilibrio en el marcador.

Alcaraz, que no deseaba que le pasase como ante Taro Daniel, cuando perdió la segunda manga, reaccionó inmediatamente, recobró la concentración y se favoreció de otro bajonazo en los aciertos de Shapovalov. 5 juegos seguidos y el set en el macuto (6-4).

Panorama encaminado por el hecho de que el murciano se mostraba superior frente a un contrincante que vivía una pesadilla con las dobles faltas y que solo ha ganado 9 partidos en 2023. Ya no hubo más historia.