MVP Bellingham brilla en la victoria del Madrid, para asaltar el liderato en Girona (0-3) | VIDEO-RESUMEN + GOLES

Una noche que se le presentaba dudosa al Real Madrid, y que estuvo prontísimo a puntito de torcerse, y que enderezó guiado con la luz incombustible de Jude Bellingham, acabó agregando incertidumbres para las próximas datas por un lance fuera de tono del futbolista de quien menos podría aguardarse una temeridad. Con los últimos minutos del añadido ya consumiéndose y 0-3 en el marcador, Nacho se lanzó en vuelo con los tacos por delante y cazó a Portu, que debió salir en camilla.

El central se fue con una roja, que deja al equipo sin otro central para el sábado que viene contra Osasuna en el Bernabéu. Militão está lesionado, Alaba por el momento asimismo, con lo que solo queda Rüdiger. El Madrid rectificó su tropiezo del derbi y se encaramó al liderato frente a un Girona al que le queda mecha, mas se complicó el próximo paso de forma absurda.

El Real prosigue marchando como un equipo de combustión lenta. En ocasiones, cuando coge temperatura, ya es tarde. Como le sucedió en el Metropolitano. Como conminó asimismo con sucederle en Montilivi. El Girona los recibió con las revoluciones al límite y un plan afín al que le sirvió al Atlético para tumbarlos. A los dos minutos, Yan Couto lanzó un centro al área desde la derecha que halló a Yangel Herrera con espacio alrededor. Ecos de Morata en el Metropolitano. Mas al venezolano se le escapó alto el cabezazo.

Un minuto después, Miguel Gutiérrez, producto de La Factoría, ejecutó un envío desde el otro costado, al segundo palo, como prescribió Simeone. Tsygankov cabeceó al palo. El Madrid apenas había tocado la pelota.

El batallón de Míchel salía desde atrás con aplomo y limpieza, explotando el flanco izquierdo contrincante, por donde se movían Vinicius, Kroos y Camavinga, nuevamente en el lateral izquierdo. No le agrada. Lo repitió la última vez la semana pasada. Mas asimismo afirmó que en ocasiones el equipo precisaba que hiciese cosas que no le agradaban. Como esa. Ancelotti dejó en el banquillo a dos con carnet de lateral izquierdo, Mendy y Fran García, para instalar ahí al francés. Y, de hecho, semeja el mejor lateral izquierdo de la plantilla. Despachó una función impecable.

El Girona fluía. La pelota era suya, y el espacio, y el tempo. Todo. Hasta el momento en que apareció Jude Bellingham. Otra vez.

Primero, para contribuir a taponar esa vía izquierda que Vinicius veía a su espalda y Kroos de refilón. Después empezó a levantar el partido desde ahí. Se aproximó al brasileiro, que apenas había intervenido, mas siempre y en todo momento promete agitación. Si bien se quedó en eso y solo soportó una hora. Asimismo se fue para allí Valverde. Y avanzaron Camavinga y Kroos. De aquella sobrecarga nació un fogonazo refulgente del inglés, un latigazo con el exterior al punto ciego entre los defensas y el portero: puro Modric. Apareció lanzado Joselu, extendiendo la pierna, y le sucedió algo inusual. Chutó al lugar donde estaba Gazzaniga, mas marcó. Nada que ver con el miércoles, cuando precisó 7 intentos para embocar.

Con el Girona aún desconcertado, Kroos puso un córner en la cabeza de Tchouameni, que acertó con la red. Los locales se quedaron sin luz y al Madrid se le abrió una fase de mar en calma, mucho menos demandado. Aun pudo haber ampliado el beneficio en ese oasis de claridad e inspiración. Fue otra vez Bellingham, ahora con una carrera de zancada aplastante hasta plantarse solo ante Gazzaniga, que desactivó el intento.

El inglés parecía volar algo más lejos del alcance del radar que en aquellas primeras tardes del deslumbramiento inicial, mas contribuyó con lo más preciso en todos y cada instante, en ocasiones a la vista, como el estallido final del gol. Mas asimismo en la caldera. Si bien allá dominó Tchouameni, mariscal de la zona central, una presencia impresionante, con piernas como ganchos y dominio escénico con la pelota. El equipo se mantiene poco a poco más sobre el punto de apoyo de su palanca.

El Madrid emitía señales que señalaban que tenía el encuentro dormido, mas al Girona le quedaban cuerda y razonamientos para sublevarse. No obstante, al Real le funcionaban nuevamente mecanismos viejos. Kepa reaccionó con reflejos explosivos a un cabezazo prácticamente a quemarropa de David López. Cantaron gol todos menos el portero. Como cuando ahí estaba Courtois, por lo menos un sorprendo por partido para soportar el pulso.

Los de Míchel insistían, con Savinho, la sensación del instante, buscando su lugar de una banda a otra, realmente bien controlado por Carvajal. No dejaron otra noche feliz al brasileiro, mas el Girona no bajaba los brazos y Herrera conectó otro cabezazo venenoso.

El Madrid vivía encantado a la contra. Y a la contra halló el gol de Bellingham, lo único que le quedaba por hacer al inglés. Entonces lo retiró Ancelotti, con todo listo para la próxima función el martes en la Champions en Nápoles. Mas con el agujero abierto por el veterano Nacho, en un rapto repentino de bisoñez.

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