El Sevilla, que llegaba muy presionado tras el triunfo del Cádiz frente al Granada, logró vencer este sábado al Getafe (0-1) merced al tanto, en el comienzo de la cita, de Sergio Ramos tras un fallo de Ilaix. La Semana Santa blanquirroja, tras mucha lluvia y muchas defraudes, toma aire.
La semana en Sevilla no había sido nada fácil. Los de Quique Sánchez Flores, tras caer frente al Celta, vivieron unos días "durísimos" en lo deportivo y en lo social, en una urbe marcada por las borrascas que han deteriorado, prácticamente en su totalidad, la Semana Santa.
No obstante, esa abulia, ese sentimiento de tristeza, se borró a los 5 minutos. Tras un grosero fallo de Ilaix, Sergio Ramos entraría en el segundo palo para, con la ayuda de Alderete, adelantar a los suyos (0-1, m. 5).
Como sucedió últimamente en Copa del Rey, el Sevilla comenzaba adelantándose, replegó al equipo y al Getafe le tocaba buscar. Los de Bordalás, con un ritmo lentísimo, no sorprendían, mas los de Quique Sánchez Flores, con Badé como primordial protagonista, se empeñaron en sufrir: hasta 3 cesiones erradas dieron ocasiones a los locales.
Ya antes del reposo, y tras la enésima tormenta que recibía el Sevilla en estos últimos días (de lluvia y de futbol), Sergio Ramos volvería a tomar protagonismo: un paradón de Soria a su remate y un gol cancelado por fuera de juego, que bien podrían haber dado aire a los blanquirrojos.
Tras el paso por vestuarios, el guion prosiguió siendo exactamente el mismo. El Sevilla proseguía muy replegado, el Getafe procuraba huecos y, mientras, Sergio Ramos se peleaba, prácticamente a solas, en todos y cada balón parado en favor de los hispalenses.
A falta de media hora, y frente al atasco extendido, los dos adiestradores comenzaron a desplazar el banquillo y la tensión, evidente, comenzaba a medrar. Mata, y su frecuente riña, comenzó a generar problemas al Sevilla y Quique, agobiado desde la banda, solicitaba cabeza a sus chicos.
El temor se apoderó de los sevillistas y los de Bordalás lo apreciaron. Aprovecharon el último tramo del encuentro para apretar, para solicitar penaltis, para aun marcar -si bien en fuera de juego- y buscar un empate que, si bien el descuento pareció eterno, no llegó.
El Sevilla, tras la victoria del Cádiz, respira. El Getafe, que prosigue soñando con Europa, deberá aguardar.
Como sucedió últimamente en Copa del Rey, el Sevilla comenzaba adelantándose, replegó al equipo y al Getafe le tocaba buscar. Los de Bordalás, con un ritmo lentísimo, no sorprendían, mas los de Quique Sánchez Flores, con Badé como primordial protagonista, se empeñaron en sufrir: hasta 3 cesiones erradas dieron ocasiones a los locales.
Ya antes del reposo, y tras la enésima tormenta que recibía el Sevilla en estos últimos días (de lluvia y de futbol), Sergio Ramos volvería a tomar protagonismo: un paradón de Soria a su remate y un gol cancelado por fuera de juego, que bien podrían haber dado aire a los blanquirrojos.
Tras el paso por vestuarios, el guion prosiguió siendo exactamente el mismo. El Sevilla proseguía muy replegado, el Getafe procuraba huecos y, mientras, Sergio Ramos se peleaba, prácticamente a solas, en todos y cada balón parado en favor de los hispalenses.
A falta de media hora, y frente al atasco extendido, los dos adiestradores comenzaron a desplazar el banquillo y la tensión, evidente, comenzaba a medrar. Mata, y su frecuente riña, comenzó a generar problemas al Sevilla y Quique, agobiado desde la banda, solicitaba cabeza a sus chicos.
El temor se apoderó de los sevillistas y los de Bordalás lo apreciaron. Aprovecharon el último tramo del encuentro para apretar, para solicitar penaltis, para aun marcar -si bien en fuera de juego- y buscar un empate que, si bien el descuento pareció eterno, no llegó.
El Sevilla, tras la victoria del Cádiz, respira. El Getafe, que prosigue soñando con Europa, deberá aguardar.