Villarreal B - Nástic (2-0) | Vila-real pone a su equipo B en Segunda ante la desolación del Nástic

El futbol puede ser muy perjudicial y serlo por diferentes caminos. Por todos , o prácticamente, lo fue con el Nàstic en Balaídos. Los granas se quedaron con la miel en los labios. Igual que en Llagostera o en Ibiza, por refererir los dos últimos. La maldad de Jackson, bien entendida, para batir a Manu de las dos únicas formas posibles, probablemente, que hay para superar al meta andaluz.
La maldad de un futbol que hizo flojear al Nàstic en el peor instante. Y sobre todo la maldad, la aversión, del árbitro Germán Cid que manipuló el guion a su antojo. Le puso las cosas imposibles. Desquició al Nàstic con su gol cancelado, con sus resoluciones para repartir de forma dispar faltas y cartulinas. El plan de partido pasaba por anticiparse en el marcador. Hacer exactamente el mismo trabajo que había resultado tantas veces este curso. Se marcó mas el de negro decidió que el partido no iba a ir por esos caminos. Que el protagonista no iba a ser Quintanilla el creador de ese ‘no-gol’, sino más bien del incombustible Jackson que huele a jugador de Primera.

El enfrentamiento proponía a dos equipos con dos estilos opuestos. El VillarReal B, un conjunto asociativo. De esa escuela del toque que tanto agrada en La Porcelana. Un futbol alegre en la parte ofensiva mas con indicisiones en la parte protectora. Así fue en los dos duelos anteriores (victoria grana en el Nou Estadi y empate en el Miniestadi). El Nàstic propuso su perfil más propio. Un entramado protector para enjaular el talento, hincar el diente en la ternura de la juventud y aprovechar los fallos de la edad. Los dos conjuntos lo tenían claro. Unos procuraban balón, otros jugaban con la calma de la madurez.

La posesión era amarilla desde el principio, si bien el primer acercamiento llegó de una parte de las filas tarraconenses. Un disparo mordido de Del Campo que se fue muy desviado. Un aviso del peligro que corrían los centrales frente a la presencia, más que presión, de Pablo Fernández y Romera.

Los nervios brotaban por igual. Se apreciaba que afectaba a la precisión y en el momento de medir. No calculó bien Pol Domingo y se dejó ganar por Jackson, el jugador más peligroso de la ofensiva amarilla. Deseó hacer demasiado y el delantero del VillarReal B chocó con la defensa grana.

Contestó el Nàstic con un contragolpe algo pesado en su tramitación mas que Joan Oriol logró meter en el área. Procuró a Pablo Fernández que hizo el movimiento de remate mas sin balón, por el hecho de que un central cortó antes que pudiese llegarle.

El control del partido comenzó a escapársele al VillarReal B y corría el peligro de volverse un correcalles incesante. Los dos deseaban llegar lo antes posible al área y aplicaban mucha verticalidad.

De la Fuente se jugó la roja al cuarto de hora. Llegó muy tarde y con la planta arriba. Si llega a cogerle a Pablo Fernández el asturiano no hubiese podido proseguir sobre el terreno de juego. Una amarilla que equiparada con la que vio Romera a los pocos segundos pareció deficiente.

Las jugadas de estrategia deseaban decir la suya. El VillarReal B fue el primero en estimar pronunciarse. Con algo de fortuna se resguardó el Nàstic. Rozó Manu el centro y Carlo no pudo rematar.

Al Nàstic le comenzaba a agradar el partido. Llegaba de forma asidua a los dominos de Iker, si bien sin maldad. Le faltó movimientos a Pablo para virarse con el balón controlado en el punto de penalti y precisión a Romera en un tiro que el arquero amarillo despejó a córner. De ese saque de esquina llegó la segunda polémica. Esta más injusta aún, por el hecho de que pudo dibujar otro género de partido más conveniente al Nàstic. Quintanilla marcó mas el agremiado Germán Cid anuló la acción por una supuesta falta que no apereció en ningún lado. Calculó mal el portero y Pablo Fernández pudo peinar con la cabeza cara portería donde el central bilbaíno empaló a la red.

Insistía el equipo de Agné que veía a Romera liberado de la presión de los centrales. El almeriense procuraba probar desde media distancia mas no terminaba de conectar el golpeo potente que deseaba. Todo terminaba en los guantes de Iker. Jackson empezaba a verlas tan de lejos que se apuró a bajar hasta su campo para procurar sacar a los suyos de esa zona incómoda en el que les había apostado el Nàstic.

El árbitro proseguía negado con las acciones granas. Si ya había perjudicado al cuadro tarraconense con la posible roja a De la Fuente y el gol de Quintanilla sumó un nuevo fallo al no caer en la cuenta -ni , ni ninguno de sus 3 asistentes- el empujón de Mentira a Pol, primero, y Quintanilla, después. Sí que vio, en verdad fue el único en todo el estadio, una falta del mismo ‘Quinta’ que le valió una amarilla.

Una cartulina que le pasó factura al central. No pudo frenar a Jackson por el peligro de ver la segunda y el futbolista adelantó a los castellonenses a los 7 minutos del segundo tiempo.

El Nàstic encajó fatal el gol. Le asaltaron todas y cada una dudas posibles. Lo que hasta ese instante eran certidumbres se transformaron en incertidumbres. Más que el equipo maduro que no encajaba era un manojo de nervios.

Los papeles se invirtieron. El que no sabía ir al ataque se vio con la necesidad de tirar cara arriba y el padece en labores protectoras le tocaba soportar. En frente de los nervios apareció la ‘tranquilidad’ de Jannick. Marcó la pauta. Era ese punto de reflexión lo que precisaba. Y un golpe de suerte. Como en todo. Iker le hurtó el gol a Ribelles. Era el empate. Asimismo la tuvo el Nàstic con un remate de Mentira al palo que pudo sentenciar el duelo.

Las ignominias escolares prosiguieron con unas manos muy, muy claras en el área del VillarReal B. Mas Germán Cid tenía claro donde iba su brazo en el caso de duda. La frustración grana trajo el 2-0 de Jackson y una roja a Joan Oriol con el tiempo cumplido que ponían el punto y final a otra noche de terror para el Nàstic.

TiroAlpalo