Doblete de Juan Muñoz como respuesta al gol de Simeone (2-1) | VIDEO-RESUMEN + GOLES

Si al evidente déficit de calidad que padece este Real Zaragoza se le agregan fallos indignos de un equipo de Regional, la mezcla raras veces no va a conducir a la derrota. Desde la llegada de Escribá, la escasez de lo segundo había reducido la repercusión y influencia de lo primero, mas todo terminó en Butarque, escenario de una pesadilla ya antes de Navidad que manda al Zaragoza de vacaciones a 4 puntos del pozo y a 7 de un playoff imposible para un equipo que se dejó el lujo de obsequiar un partido que comenzó ganando.

Y es que el Leganés, normal y corriente, solo venció por el hecho de que el Zaragoza se empeñó en que lo hiciese a base de fallos impropios.

El frío encabezó los primeros acompases del choque. Arriba y abajo. Por el hecho de que los dos equipos ofrecieron un recital de imprecisiones que transformaron la escenificación en un bodrio esencial. Si bien no tardó mucho Idiakez en ordenar a los suyos inclinar el campo cara la parte derecha del ataque pepinero para explotar la debilidad zaragocista en esa parcela, donde el déficit era evidente. No solo por las lagunas tácticas y el mal pie de Fuentes, sino más bien por la escasa cooperación de un Eugeni como pulpo en un garaje.

Tras ese primer cuarto de hora de feo tanteo, el partido dio un vuelco. Un balón largo de Rebollo se halló con el desatino en el despeje de Jorge Sáenz, que perdió la carrera y el duelo con Giuliano, considerablemente más veloz y listo que el central local. El argentino no acertó a la primera mas sí a la segunda para poner en ventaja a un Zaragoza que volvía a despilfarrar eficiencia en su primera llegada.

El gol hizo daño al Leganés, mas no tanto como la lesión de Bermejo a un Zaragoza que perdía a su jugador más imaginativo y vertical de la segunda línea. La ruptura fibrilar del madrileño pinta tan mal como le sentó su ausencia a un equipo aragonés que perdió el lugar y el control para quedar a la merced de un cuadro madrileño que dio un paso al frente, prácticamente siempre y en todo momento, lógicamente, desde su banda derecha.

Desde ahí llegó el empate apenas rebasada la media hora. Una mala entrega de Eugeni y su irresolución en el momento de encimar a Arnaiz terminó con el balón en los pies de Cissé, al que Fuentes tampoco incordió demasiado antes que su centro encontrase al exzaragocista Juan Muñoz, que batió a un Rebollo vendido para devolver las tablas al lumínico.

El Zaragoza acusó el mazazo. Solo Francho resistía de pie mientras que el resto de sus compañeros se tambaleaban frente a las sacudidas locales. Un disparo lejano de Arnaiz bien resuelto por Rebollo y otra intervención del meta zaragocista a un disparo envenenado de Fede Vico dejaban claro el estado de debilidad de un Zaragoza que solicitaba el reposo a voces.

La reanudación devolvió a un equipo aragonés más sereno y con aspecto mejorado. El intermedio sentó bien a los aragoneses, si bien la resolución de Escribá de sostener a Eugeni en la izquierda se antojaba algo peligrosa.

Fede Vico probó a un solvente Rebollo poco antes que Giuliano decidiese mal el último pase de una contra. Francho, a continuación, lo procuró con un tiro escorado sin veneno.

Escribá, mediado el segundo periodo, movió el banquillo para dar entrada a Gueye por un reprendido Mollejo y oxigenar la medular con Grau por un prudente Zapater, mas, apenas 3 minutos después, todo se fue al traste. Con Grau en el suelo, Eugeni escogió una mala entrega en vez de tirar el balón fuera a fin de que su compañero fuera atendido, lo que favoreció una contra que Arnaiz acabó en el suelo tras sentir el leve toque en la espalda de Francés. El árbitro apuntó un punto de penalti que el canterano, que había visto la amarilla, golpeó con la bota para intentar impedir un golpeo limpio de la pena máxima. El asistente informó al agremiado, que mostró la segunda tarjeta al central para dejar con diez a un Zaragoza al que le quitaban unos veinte minutos para conseguir lo que jamás consigue: eludir una derrota en inferioridad numérica. Pues Muñoz no falló.

Escribá, valiente, diseñó un 4-3-2 con Quinteros gozando de sus primeros minutos con el Zaragoza y Molina reemplazando a un Eugeni que estuvo demasiado tiempo en el campo, mas el equipo aragonés no fue capaz de poner un solo balón en la cabeza de Gueye, tal vez el único arma del africano. Larra puso un par y ninguno levantó un metro del suelo, sobre todo uno que entregó a un defensa en la única ocasión aragonesa.

El Leganés se dedicó a perder el tiempo e impedir que se jugase. El Zaragoza, inútil de tomar buenas resoluciones, recordó a aquel equipo embrollado de hace poco que amontonaba fallos tan infantiles como impropios.

TiroAlpalo