Una sinfonía de baloncesto en el Santiago Martín le dejó al Unicaja pegarle un directo a la quijada al Lenovo Tenerife. Una exhibición para los anales de esta temporada imborrable (59-72) del equipo malagueño que hay que rematar este jueves en el Martín Carpena. La máquina de Ibon Navarro desplegó su vuelo alado en la complicadísima pista canaria. Desde la pizarra del técnico vasco, magistral, hasta la ejecución de sus jugadores, que le hurtaron al ánima e hicieron parecer un equipo vulgar al espléndido combinado que adiestra Txus Vidorreta.
Acalló a estruendoso pabellón insular como rara vez. Puede ser esa sensación de haberse visto superior en el primer partido el primordial riesgo para firmar el pase a semifinales. Toca trabajo de mentalización si bien no ha sido este un equipo que haya menospreciado al contrincante. Mas seguro que va a haber una versión muy mejor canaria en el Carpena.
Todo partió de una defensa de clínic. El Unicaja minimizó los efectos del mortal pick and roll de Huertas y Shermadini hasta límites inesperados. En el quinto encuentro de la época, el cuadro malagueño ha ido tomando apuntes y recitó la lección con una precisión estremecedora en Tenerife. Prosiguió con un apetito salvaje por el rebote, el Unicaja tiranizó este segmento del juego, clave para poder efectuar su juego. Para volar y crear situaciones convenientes de juego. Hubo un instante en el que el Unicaja transmitió al Tenerife que no le iba a ganar. Fue en el comienzo del tercer cuarto. Cuando se logra una diferencia sobre la quincena, es normal dudar y adaptar. Los dos primeros ataques que terminaron con canasta de los malagueños fueron dos triples en transición. El mensaje, apoyado por el acierto, es que iban a proseguir jugando igual. Los niveles de energía y agresividad que desplegó el Unicaja multiplicaron los del Lenovo Tenerife. Esa sangre en el ojo, ese apetito de llegar a puntear cualquier tiro, de ganar toda pelota dividida, de ir al tapón. Más el arsenal táctico que preparó Ibon para supervisar la continuación corta de Shermadini y para llegar a las esquinas, dejando solo a los tiradores menos efectivos libres... Todo fue rodado.
6/28 en tiros de campo era el cómputo en el tiro del Lenovo en el primer tiempo. El Unicaja le había dejado en 20 puntos (32 propios) y quedaba la sensación de que el equipo malagueño podía haber dejado con vida a los laguneros pues era imposible meter menos. La carencia de ideas de un equipo tan fiable siempre y en toda circunstancia obLigaba a darle crédito al trabajo malagueño. Mas no, el Unicaja prosiguió con un nivel superlativo tras el reposo. Con Perry o Carter al mando, con Brizuela o Kalinoski, con Djedovic o Ejim, tremendo jugando como alero. Osetkowski o Thomas, Gruta o Kravish. El Unicaja fue incrementando exponencialmente la diferencia. Perry subía de los 20 puntos con un triple. Y el partido estaba liquidado ya al entrar en el último cuarto. El Lenovo bajó la diferencia en los últimos minutos. Tal vez vino bien para rememorar que hay un contrincante tremendo al que hay que respetar. Mas el golpe es duro. Fue un recital con una autoridad que solo tienen los grandes. "Va a ser realmente difícil", afirmaba Ibon Navarro, ya concienciando de lo que viene.
Todo partió de una defensa de clínic. El Unicaja minimizó los efectos del mortal pick and roll de Huertas y Shermadini hasta límites inesperados. En el quinto encuentro de la época, el cuadro malagueño ha ido tomando apuntes y recitó la lección con una precisión estremecedora en Tenerife. Prosiguió con un apetito salvaje por el rebote, el Unicaja tiranizó este segmento del juego, clave para poder efectuar su juego. Para volar y crear situaciones convenientes de juego. Hubo un instante en el que el Unicaja transmitió al Tenerife que no le iba a ganar. Fue en el comienzo del tercer cuarto. Cuando se logra una diferencia sobre la quincena, es normal dudar y adaptar. Los dos primeros ataques que terminaron con canasta de los malagueños fueron dos triples en transición. El mensaje, apoyado por el acierto, es que iban a proseguir jugando igual. Los niveles de energía y agresividad que desplegó el Unicaja multiplicaron los del Lenovo Tenerife. Esa sangre en el ojo, ese apetito de llegar a puntear cualquier tiro, de ganar toda pelota dividida, de ir al tapón. Más el arsenal táctico que preparó Ibon para supervisar la continuación corta de Shermadini y para llegar a las esquinas, dejando solo a los tiradores menos efectivos libres... Todo fue rodado.
6/28 en tiros de campo era el cómputo en el tiro del Lenovo en el primer tiempo. El Unicaja le había dejado en 20 puntos (32 propios) y quedaba la sensación de que el equipo malagueño podía haber dejado con vida a los laguneros pues era imposible meter menos. La carencia de ideas de un equipo tan fiable siempre y en toda circunstancia obLigaba a darle crédito al trabajo malagueño. Mas no, el Unicaja prosiguió con un nivel superlativo tras el reposo. Con Perry o Carter al mando, con Brizuela o Kalinoski, con Djedovic o Ejim, tremendo jugando como alero. Osetkowski o Thomas, Gruta o Kravish. El Unicaja fue incrementando exponencialmente la diferencia. Perry subía de los 20 puntos con un triple. Y el partido estaba liquidado ya al entrar en el último cuarto. El Lenovo bajó la diferencia en los últimos minutos. Tal vez vino bien para rememorar que hay un contrincante tremendo al que hay que respetar. Mas el golpe es duro. Fue un recital con una autoridad que solo tienen los grandes. "Va a ser realmente difícil", afirmaba Ibon Navarro, ya concienciando de lo que viene.